El Dogma de Milei
Milei El Creyente
Javier Milei , es un creyente, un devoto, un místico del mercado, toda su fe se resume en que si dejas actuar al mercado todo, por si sólo, mejorará.
Esta idea se basa en la noción de que el mercado es un ser, una entidad, un sistema cuyas reglas constitutivas no pueden ser cambiadas, ni alteradas. La oferta y la demanda expresan realidades tangibles libres de coacción y emanadas de un orden social natural. En estas consideraciones el mercado es perfecto y, de acuerdo a Javier Milei, constituye una expresión de Dios.
El Mercado una Nueva Religión
Javier Milei es el lado visible de una nueva religión, que tiene como espacio sagrado el mercado, los super ricos son los nuevos santos a los que encomendarse y la verdadera salvación se encuentra en la transformación del individuo en un emprendedor. Esta religión no trata de reunir personas sino de mantener a cada cual ajeno a la sociedad y en contra de ella, en un estado de hedonismo permanente. El individuo lo es todo. El nuevo místico del mercado suelta frases como, "los pobres son pobres que quieren", "los ricos dan" trabajo", "con esfuerzo puedes llegar a ser rico", "tu eres tu peor enemigo"; o el "Estado no debería existir". Frases hechas de memes, libros de auto ayuda y teorías de conspiración y que, cuando son dichas con total desparpajo, suenan rupturistas, aunque vienen de una tradición muy antigua que se remonta a la del siervo defendiendo al amo, la del esclavo temeroso de la libertad, la del inquilino defendiendo al patrón. Estos iluminados no son ricos, ni están camino a serlo. Más bien constituyen la base de fieles que defienden la fe y votan de acuerdo a ésta promesa de salivación.
El Pecado Original
Pero los hombres y mujeres comieron del fruto prohibido y tuvieron conciencia del bien y del mal. Es decir conciencia de las limitaciones de vivir en sociedad, conciencia de la existencia del poder propio y ajeno.
El poder existe antes del mercado, antes del Estado, antes del trueque porque la vida en sociedad es anterior al mercado y al Estado.
La necesidad de ejercer poder en la sociedad uniendo a unos, dividiendo a los otros y conduciendo al conjunto es tan antiguo que se remonta a eras perdidas en la noche del tiempo, solo tenemos ecos de tambores lejanos, y puntas de flechas que nos recuerdan que, cuando aún lanzábamos piedras, el ejercicio del poder ya se había instalado entre nosotros.
La acción conjunta, cohesionada por lazos de familiaridad, amistad, solidaridad y ayuda mutua junto con el efectivo uso del poder, que derivaba de esas mismas formas de acción colectiva, posibilitó la estabilidad necesaria para la acción coordinada de unas sociedades frágiles.
Cohesión, acción colectiva y poder establecido, son anteriores al individuo y al mercado. El pecado original es que somos seres colectivos, gregarios, el individuo es una invención moderna que tardó siglos en asentarse, el individuo tiene un segundo de antigüedad.
Así también la idea de mercado como un ente regulador de la vida humana que se mueve por fenómenos que escapan al hombre es tan extraño a la historia de las sociedades, que seria imposible de explicar a nuestros antepasados más allá del siglo XX. La idea de mercado como un componente indispensable de la sociedad no sólo para distribuir bienes y servicios, sino también, para obtener conocimiento, goce y placer, salud y enfermedad, justicia o violencia, cárcel o libertad porque todo depende del lugar en la sociedad en que el mercado nos ha situado. Ésta idea propia de las elite más conservadoras de los siglos pasados se ha hecho un sentido común entre los pueblos y las personas comunes. Sin embargo el mercado no deja de ser un recién llegado, el poder es consustancial a las sociedades humanas.
Mercado y Poder.
En el sueño teórico de Milei, los productores y los compradores son libres para tomar decisiones y el juego de sus decisiones es beneficioso para todos. Esta libertad abstracta genera un mercado perfecto.
Pero la libertad no es abstracta es concreta y se encuentra limitada por el poder, el demiurgo de nuestra noche prehistórica.
Si tomamos el caso de las AFP, en un mercado perfecto existirían empresas competidoras, públicas o privadas, que le permitirían al cotizante pasar de un tipo de ahorro para su vejez a otro que le ofreciera una mejor jubilación u otros beneficios que para él son importantes como, por ejemplo, retirar un porcentaje de su ahorro en efectivo para usarlo como le parezca ¿Por qué no ocurre? Porque las AFP se encuentran protegidas por la red de poder que han logrado generar entre políticos, académicos, periodistas y medios de comunicación.
Contrario a la fe declarada de Milei este es un caso concreto de un mercado imperfecto.
En el país sabemos mucho sobre este tema, la colusión de los pollos y del papel higiénico, la entrega del cobre a precios irrisorios, la entrega del litio a Ponce Lerou, son ejemplos de un Mercado Imperfecto donde el poder define al mercado.
El mercado perfecto, no ha existido, no existe, ni existirá jamás. Es una fantasía para engañar a los pueblos.
Su imperfección no es accidental, es constitutiva ya que el mercado, no es otra cosa que un sistema de distribución que expresa el poder realmente existente.
Es más, la riqueza, la verdadera riqueza, es el resultado del uso del poder y no a la inversa como resulta obvio al observar el traspaso del patrimonio público al privado durante la dictadura militar. Para que esto ocurriera no se necesitaron condiciones de mercado, sino condiciones políticas que posibilitaran que los neoliberales tuvieran peso dentro de la dictadura y pudieran sentar las bases de ésta nueva religion.
En un mercado completamente libre, es decir desregulado, los trabajadores financian a los más ricos, como ocurre en Chile donde las AFP son el mecanismo para extraer dinero de los trabajadores y pasárselo a los grupos económicos más poderosos.
Javier Milei es el portavoz de una ideología de ultra derecha que encuentra sus orígenes en el darwinismo social, que se expresó claramente en el fascismo y el nazismo y que resurge a partir de la década de los noventa envuelto como neoliberalismo y postmodernidad.
Javier Milei no puede ir contra la casta, porque su ideología es la de la casta y ésta ideología, vendida como un credo moral en las redes sociales es, fuera de ellas, la pesadillas de los pueblos que deben pagar con su dinero y una vida precarizada el dogma de la casta dirigente.
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